Entre cuatro paredes
Comenzaron las primeras señales de un invierno húmedo y tormentoso afuera. Y las cosas no estaban demasiado diferentes dentro. Su cuarto ahora era extraño, irreconocible para ella. A su derecha, la ampolleta de la lámpara tintineaba de una forma discontinua. Y a su izquierda, la blanca pared comenzaba a tener una especie de pequeños y muy finos pelitos moviéndose lentamente de un lado a otro a causa de una brisa, probablemente, inexistente.
Un miedo súbito atacó sus pensamientos porque el lugar estaba solitario y apagado, pero con tanta vida a la vez. Decidió cerrar los ojos para calmar sus temores: la peor de las ideas. Estando de esa forma empezó a advertir luces, texturas y figuras que, al parecer, provenían de un mundo alterno.
Amaba lo que estaba logrando percibir, pero tuvo que abrirlos forzosamente porque comenzó a sentirse ahogada. Y entonces, se vio a sí misma sentada sobre una gran roca, como observando el horizonte sin temores ni angustias. Sonrió. Observó su propio rostro reflejado y vio tonalidades poco comunes en un ser humano. De inmediato comprendió que aquello era justo lo que daba vitalidad y paz interna al ser vivo. Entonces no lo pensó más y su amor propio invadió su cuerpo desde lo más profundo de su ser hasta lo más externo. Ahora su mente y cuerpo eran solo uno.
Inquietante. De hecho esos pelitos en la pared ya me tenía un poco expectante. Creo Que ne el espejo, la imagen que ve no era humana, y eso dota al texto de una fuerza enorme
ResponderBorrarUn abrazo y a por este día, con ganas de imaginar.
Este relato tiene un trasfondo súper potente. Espero que, aunque lo hayas encontrado inquietante, te haya gustado de todas formas.
Borrar¡Muchas gracias por tu comentario!
¡Un abrazo y... a seguir escribiendo también!
Hola!
ResponderBorrarReconozco que los relatos y yo no somos buenos amigos pero si debo admitir que tu escrito está muy bueno, lamento que no hayas ganado y espero que sigas intentando porque en mi humilde opinión no lo haces nada de mal.
Besooos
Jocelyn | Blog Ave Lectora
Ha sido un tiempo duro, de leer y escribir. Un abrazo
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