Vas llegando a tu casa, a media tarde, luego de un largo día de quehaceres. El viento sopla fuerte y lo sientes en tu rostro. Tu mente está agotada y lo único que decides hacer es sentarte en ese sillón color borgoña oscuro y desgastado. A pesar de lo viejo que está, es el sillón más confortable y suave que has tenido en la vida. Apoyas cada brazo en el costado y echas la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. Tu mente se va a blanco y por un momento olvidas dónde estás, qué hora es y qué es lo que haces en la vida. Olvidas hasta tu nombre y la forma en la que llevas la ropa.
De repente, mientras mantienes los ojos cerrados, una cosquilla cálida comienza a aparecer en tus pies, sube por tus piernas y allí se mantiene unos segundos. Te mantiene con completa comodidad y te relaja. Te transporta a otro lado, a uno que nunca antes habías visitado, a uno diferente donde puedes ver todo con más claridad y donde la vida de las personas parece mucho más fácil. Logras detectar una calle larga, con edificios enormes y autos de último modelo. De repente, todo a tu alrededor desaparece. Se comienza a esfumar la ciudad, ya no existen edificios, autos, buses, ni siquiera personas. De fondo, comienza a sonar un piano. Alguien está allí para ti, tocando música para que puedas olvidar lo que te atormenta y volver a vivir.
La calidez de las cosquillas vuelve a activarse y comienza a subir hasta tu estómago. Sientes que tu torso ya ha dejado de estar congelado como una montaña de hielo, ahora está completo y sonríes. Eres feliz porque no hay problema alguno que te haga sentir mal. Al costado derecho sientes el cantar de un pajarillo y, a tu derecha, justo después de que el sonido del piano se detuvo, aparece el sonido del movimiento de las olas del mar que tanto anhelabas visitar. La gran ciudad ocupada se había convertido en una playa llena de vida, llena de ilusiones y amores de verano. Estás sobre la arena, la tocas con tus pies y luego con tus manos, sumerges los dedos de tus manos en ella que, producto del sol veraniego está caliente y, entonces, lo sientes otra vez. El calor recorriendo tu cuerpo, activando tus músculos y produciendo dopamina. Tus emociones están a flor de piel y solo quieres permanecer ahí.
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